Busca exorcista anticorrupción: Chester Swann*.
Cada día, o día y medio para no exagerar, salta algún gazapo sobre fatos que reditúan a unos pocos y desangran al fisco, lo que es a la patria, con total impunidad. Ningún pez gordo ha hecho pasantía en prisión y visto confiscar sus bienes. Las cárceles se hicieron para el hombre común y no para los réprobos y traidores de lesa patria, como lo pueden ver. La impunidad es uno de los primeros pasos para avanzar hacia el feudalismo global. Y esto ha sido calculado para mitad de este siglo… si los pueblos no se enteran y sus gobiernos se adhieren a la causa globalista.
Los líderes políticos prefieren echar tierra sobre los casos que involucran a sus afiliados como cerdos del propio porquerizo, pero los paraguayos tienen buena memoria hoy por hoy. Les será difícil olvidar a los delincuentes de maletín y corbata que nos acogotan en el día a día. También los internismos partidarios son catalizadores de la impunidad, ya que los sospechosos de corrupción son aportantes a las cajas partidarias, una condición sine qua non para las indulgencias y la impunidad.
Sin embargo, al soslayar a las leyes, al encajonar expedientes en juicios, al hacer caso omiso de la constitución, al simple “traslado” de infieles… se está subvirtiendo al estado y a los valores ciudadanos. Sabemos que Fernando Lugo es el presidente del Paraguay, pero i9gnoramos quiénes “mandan” y dirigen a quienes deben gobernarnos. Por lo general, una estructura corrupta de tantos años lucha como gato panza arriba para mantenerse en el quiste social. Los presidentes pasan, los corruptos permanecen. ¿Es esto lo que denominan democracia representativa?
Si esto es una democracia, donde el delincuente tiene un cheque en blanco para delinquir a través de los partidos políticos; alguien nos está falseando el libreto. Nada duele tanto a las víctimas de un crimen o de robos sistemáticos, como la falta de justicia y castigo a los malvados. Y debemos estar alertas, especialmente en nuestras memorias, para saber quiénes son nuestros enemigos y los enemigos del Paraguay. Y que ésos estén seguros de que, aunque la justicia los blanqueara, nuestras memorias lo teñirán con bleque y plumas, a ellos y a sus familias que disfrutan de lo robado.
Si fuera inevitable ser intolerantes, debemos serlo con los impunes disfrazados de funcionarios, policías, militares, parlamentarios, magistrados, sacerdotes o todos los que no han rendido cuenta de sus acciones. ¡Ecce homo con éstos!