Breve análisis histórico del capitalismo
ORIGEN Y EVOLUCIÓN SOCIAL HUMANA
a través de los tiempos.
Chester Swann para “La chispa”
Primera parte
Desde los primeros grupos nómades de la prehistoria,
hasta el desarrollo cultural de la agricultura sedentaria, capitalismo y la
conformación paulatina
del Estado-nación moderno.
Aún existen muchas
incógnitas acerca del “génesis” de la humanidad, pero los antropólogos —que,
hoy por hoy desconfían de “las escrituras” y buscan bajo estratos de la tierra—
dan por sentado (al menos hasta que se demuestre lo contrario) que surgieron en
África los primeros Homo Erectus
inteligentes y que allí, se conformaron los primeros grupos sociales que, miles
de años más tarde, construirían la historia y la civilización actuales.
Este laborioso proceso
de evolución debió suponer más de un millón de años, de acuerdo a evidencias
fósiles halladas por paleontólogos, y, desde ese continente comenzaron las
migraciones hacia otras tierras. Siempre
en procura de alimentos, por curiosidad o por cualesquiera otra motivación que
no fuesen simples afanes turísticos.
Friedrich Engels hizo un concienzudo estudio
sobre las distintas culturas (del latín Cultum, cultivar) y sus modos de
relacionamientos familiares (consanguinidad o parentesco) y modos de
transmisión de genes y legados o bienes familiares de generación en generación;
matriarcales-tribales, clánicos, hordas, ejércitos y naciones civilizadas, aún
antes de la “historia escrita” tal como nos la imaginamos. Un proceso evolutivo semejante debió, sin
duda ajetrear y fatigar cientos de milenios de búsqueda de hábitat sustentable,
alimento y armas de supervivencia con que suplir su carencia de fuerza y tamaño
frente a grandes presas o predadores carnívoros como el smylodón o “colmillos
de sable”.
Los primeros homínidos
—de acuerdo a Richard Leakey surgieron hace casi un millón de años en África,
pero pasarían más de 500.000 años antes de que tomaran conciencia de
organización grupal para asegurar la supervivencia, al carecer de garras,
colmillos, tamaño y fuerza, aunque no de agilidad y astucia. Si al principio sólo se alimentaban de frutos,
semillas y raíces, al llegar la primera era glacial debió recurrir el hombre
primitivo —sin duda—, a fuentes de calorías animales y a la caza. También a causa del frío y carencia de
pelambre debió “prestar” pieles ajenas de otros animales lanudos, como osos,
lobos, bisontes o mammuths.
La xilocultura —uno de sus primeros descubrimientos— fue iniciada al
descubrir cómo usar “herramientas” o el modo de “alargar” sus extremidades
superiores: como ataque o defensa con artefactos hechos de ramas: garrotes,
palos aguzados y otras armas arrojadizas de madera para proveerse de sustento,
defenderse de fieras… o de otros cazadores rivales. También debían proteger a las mujeres y a los
niños en sus correrías por las praderas del cuaternario.
Las hembras de la
especie debían acompañar —no sólo a la crianza y lactancia de los hijos—, sino
en la recolección de cuanto sirviera de alimento, probar sustancias, raíces, frutos o semillas no conocidos y dar
nombre a lo descubierto para orientar a los demás.
La prehistoria más o
menos documentada por restos humanos de asentamientos podría datar desde el
50.000 A.C. (homo erectus, homo afarensis y neanderthalensis) en
adelante, aunque aún existen muchas lagunas en la antropología en relación a
los pyhtecanthropus (homínidos
primitivos) y sus descendientes.
Aún no existía entonces
noción alguna de “propiedad” y mucho menos de individualismo, ya que el
homínido solitario sería fácil presa de depredadores como el smylodón o colmillos de sable, u otros carnívoros del
cuaternario, también mamíferos.
Sin embargo, la horda era invencible, munida de
filosos palos, puntas de hueso pulido o piedras arrojadizas… y el fuego, una de
sus armas más temida por las fieras y por cualquier animal.
Naturalmente, a veces la
horda sufría bajas al atacar a una fiera de buen tamaño. Era el precio por la vida de la “comunidad”
aunque este término aún no era utilizado, sí la noción de “especie” y el
instinto de perdurabilidad y supervivencia genética,
aunque de seguro dicha palabreja y su concepto eran desconocidos entonces.
Es evidente que la dieta omnívora y
balanceada hizo mucho a favor de la supervivencia de la especie y del
desarrollo de su inteligencia.
La transición entre las
eras prehistóricas —desde el período cuaternario de aparición de los homínidos—
pudo durar más de cuatrocientas a
ochocientas centurias y, por carencia de registros, se pierde en la
nebulosa de las hipótesis y sólo podemos fiarnos de hallazgos fósiles datados
con carbono 14. Claro que estas evidencias sólo proporcionan
datación aproximada.
Desde los primeros
grupos humanos, los roles de género fueron bien diferenciados. Tanto por el tamaño de los individuos, su
fuerza o sus responsabilidades grupales, como se ha dicho.
Mientras las hembras de
la especie se ocupaban de procrear, amamantar, cuidar de los niños y mantener
el fuego tribal (incluso usando la grasa de sus raciones como combustible de
sus teas itinerantes); además debían mantenerse a retaguardia de los machos cazadores,
haciendo recolección de frutos, raíces y semillas para la comunidad,
generalmente pequeña de no más de una cincuentena de individuos y
excepcionalmente de trescientos o más.
Por lo general, el
chamán o “hacedor de lluvias” debía conocer las plantas curativas o que
aliviaban dolores o heridas o picaduras de insectos o parásitos
. Las matriarcas eran las que cocían alimentos
o decidían el rumbo a seguir o dónde permanecer por un tiempo, generalmente a
la intemperie o a lo sumo al abrigo de un bosquecillo o árboles. Mas también en épocas de escasez eran las
encargadas de dividir las porciones de acuerdo a las necesidades del grupo. Las
madres lactantes y los cazadores doble ración o ración y media; los niños y
ancianos, media ración y así en adelante.
Tenemos una línea
imaginaria a través de cientos de miles de años que
divide el período prehistórico de la historia escrita, entre la aparición del sedentarismo, la
agricultura y diversos tipos de refugios contra la intemperie, de acuerdo al
lugar y clima imperante, hasta las primeras civilizaciones organizadas bajo monarcas
guerreros de quienes los primeros eran vasallos… miles de años después, con el
nacimiento de la escritura y la rudimentaria aritmética de trueque e
intercambio.
Para este período sedentario
ya surgiría rudimentarios conceptos de pertenencia y “propiedad” colectiva o
comunitaria.
El proceso evolutivo del
individualismo egoísta surgiría alrededor de 2.400 AC, cuando ya los monarcas
guerreros afianzaron su poder, manu militari y por medio de la fuerza defendían
lo que creyeron su propiedad… o conquistaban las ajenas.
Probablemente la rapiña,
la piratería y la guerra nacerían con el concepto de la propiedad individual
“privada”.
En algún momento de la
oscura prehistoria alguien habría gritado “¡Esto es mío!” en lugar de ¡Es
nuestro! Descubriendo las armas arrojadizas para matar o herir a distancia:
arcos, flechas, hondas y venablos.
De la mítica Mohenjo
Daro (Asia), a Memfis (Egipto) florecieron grandes civilizaciones basadas en:
a)
agricultura
b)
cría de ganado
c)
rapiñaje, manu militari
d)
artesanía e industrias primitivas
e)
La guerra como herramienta política de poder
f)
Las matemáticas y geometría para desentrañar el curso de los
planetas.
g)
Ábacos rudimentarios y expresión gráfica de “cantidad”.
h)
La arquitectura como ciencia y arte de burlar a los elementos
en forma perdurable.
i)
El comercio de excedentes de producción y el trueque de
artesanía utilitaria con otros pueblos.
j)
El desarrollo de las técnicas de producción.
k)
La esclavitud como fuerza de trabajo.
l)
Las diferentes teogonías y religiones tribales luego
“nacionales”.
m)
La servidumbre familiar como herramienta de producción manual
masiva.
n)
La invención de la aritmética y la escritura (ap. 2400 AC en
Egipto, Súmer, Akhad (Oriente Medio) y en Asia (India y China).
Si bien el comercio de trueque o intercambio ya era practicado
desde la más remota antigüedad, fueron los fenicios quienes hicieron un arte
del intercambio de productos, incluso de un continente a otro, mediante la
navegación.
El auge de Fenicia duró
hasta su destrucción en el siglo VI A.C por un ataque de piratas de los
“pueblos del mar! De origen desconocido, aunque sobrevivió en sus enclaves
coloniales como Gades (Cádiz), Cartagena, Cartago y Sicilia, hasta su
destrucción a manos de las águilas romanas en la última guerra púnica (Siglo II A.C), aunque el tramposo y falaz espíritu
púnico sobrevivió en otras culturas expansionistas de la actualidad.
Al cabo de la Tercera
Guerra Púnica, Cartago fue destruida hasta sus cimientos y Roma dejó de tener
competidores en el Mare Nostrum
(Mediterráneo) y en todo el norte africano.
Pero el largo período
republicano iba tocando a su fin. Roma,
tras conquistar Grecia (Acaya), las Galias, Hispania, Germania y Britannia,
puso sus ojos en el Asia Menor y Egipto, pero ya el Imperio se cernía en la
persona de Julio César, tras la batalla de Farsalia y la derrota de Pompeyo,
César no tardó en ser asesinado y una sucesión de tiranos se cebó en el
Quirinal.
Esto iniciaría la
paulatina decadencia de Roma como única potencia del mediterráneo y Europa en
los siglos IV y V D.C. con las sucesivas invasiones de tribus bárbaras de
Oriente: Hunos, vándalos, godos y turkestanos.
Ya sus fronteras no eran seguras y sus legiones impotentes para detener
a las hordas que, curiosamente, venían huyendo de los feroces mongoles de la Taigá siberiana.
Pero Roma aún daría sus
últimos pataleos por tres siglos más, aunque todo su poder estaba a hombros de
la iglesia cristiana y el papa.
Tras la débacle imperial, Roma debió dividirse
entre Oriente (Bizancio, Alejandría, Palestina y Anatolia; y el Sacro Imperio
romano-germánico en la persona de Carlomagno, iniciándose el período feudal
ante el vacío de poder en Europa… y el lento pero imparable avance del Islam.
La amenaza “infiel”
lograría unir a varios estados incipientes en “ligas” multinacionales de
ciudades-estado (Milán, Verona, Venecia, Lombardía) para proteger sus rutas de
comercio, lo que no impediría la invasión de los norafricanos y árabes a España,
dividida en guerras internas entre los reinos.
Los moros permanecerían ocho siglos en la
península ibérica, y otro estado-potencia: el imperio otomano conquistaría la
antigua Bizaancio, rebautizada Constantinopla (en honor al primer emperador
cristiano: Constantino I), cerrando el paso del Bósforo a los mercaderes
europeos de la seda y la especiería.
Naturalmente,
Constantinopla se convertiría en Ishtanbul, hoy importante puerto turco, y
antiguo emplazamiento de la mítica Ilión, la Troya homérica, puerta de acceso
al Asia.
Este impasse, llevó a
los mercaderes (antes a los capitalistas se los denominaba así) de Europa: la
liga veneciana, la liga lombarda y la liga hanseática a buscar otras posibles
rutas marítimas para acceder a Cipango (Japón), China (Catay) y la India.
A fines del siglo XV los portugueses costean el Cabo de buena Esperanza, al sur de África para salir al océano Pacífico, pero no era suficiente para llegar a “las Yndias” y mucho menos a la China.
Fue así que el
aventurero genovés Cristóphoros Columbus buscaría otra ruta hacia el poniente (1492), dando
por casualidad con un continente aún desconocido para los europeos, que sería conquistado a sangre y fuego,
espadas, arcabuces y cruces.
En el “nuevo” (para los
europeos, claro) continente sería reimplantado el sistema feudal y la
esclavitud por los monarcas peninsulares y la ¿santa? Iglesia imperial católica
y las sectas protestantes neofenicias de la “reforma” que convertirían al capitalismo en una cuestión teológica y base de la Fe; "Si alcanzas la riqueza, es porque el Señor te ha bendecido" decía Calvino. "la pobreza es señal inequívoca de maldición divina".
Fin de la primera parte.