domingo, 31 de agosto de 2008

MONDO CANE (PERRO MUNDO)




George Walker Bush:
El heredero de una dinastía siniestra


Las acusaciones de corrupción, mediocridad y prepotencia llueven sobre el actual presidente de los EE.UU. Según varios investigadores, George W. Bush (Dubya para sus íntimos, Widiot para los demás), como su padre el ex presidente, son miembros de una sociedad secreta: Skull and Bones (la Orden de la Calavera y los Huesos), algunos de cuyos miembros han sido denunciados por crímenes que van desde el narcotráfico a la conspiración política. ¿Nos encontramos ante exageraciones "conspiranoicas" o ante un poder oculto decidido a hacerse con el control del planeta?
Su imagen es conocida en todo el mundo. Para la mayoría, su nombre se asocia a un conservadurismo a ultranza y partidario acérrimo de la pena de muerte, incluso con fines preventivos. Se trata de George Bush, Jr., calificado de bruto e indocumentado por conocidos intelectuales de su país. En el reciente Festival de Cine de la Mostra de Venecia, el director Robert Altman declaró que, si aquél salía elegido como presidente en noviembre de 2005, él abandonaría los EE UU.
Pero lo que pocos conocen es el lado oculto de este hombre. Como su abuelo, el senador Prescott Bush, como su padre George H. W. Bush y otros varones de su familia, el junior pertenece a una sociedad secreta de siniestra fama. Según han denunciado varios investigadores independientes, algunos de sus miembros estarían implicados en una serie de crímenes que van desde el tráfico de drogas al racismo partidario de políticas eugenésicas para reducir drásticamente la población del Tercer Mundo y de las minorías étnicas en EE UU. La profanación de tumbas y cadáveres sólo sería, según estas acusaciones, un elemento ceremonial que ilustra las señas de identidad de dicha sociedad.
El 1 de mayo de 1990 la tumba del general Omar Torrijos fue profanada. Unos desconocidos que hablaban con acento extranjero robaron las cenizas de este líder, símbolo de la resistencia ante el poder neocolonial de EE UU. Con el fin de celebrar la reinstauración en el país del poderío norteamericano, estos profanadores sellaron con este ritual la obtención de un nuevo trofeo: las cenizas del general que, según sus partidarios, fue asesinado por la CIA. La operación realizada en Panamá, presuntamente financiada por La Orden de la Calavera y los Huesos, no haría sino continuar una siniestra tradición. Así lo denunciaba NACLA Report on the Americas, una revista política con ninguna afición por el "ocultismo", en su editorial de junio de 1990.
Más de medio siglo antes de que George Bush padre lanzara contra Panamá la Operación "Causa Justa", la Orden a la que pertenecía el presidente ya había hecho lo mismo con el cadáver del revolucionario mexicano Pancho Villa; unos desconocidos abrieron su féretro y le cortaron la cabeza. Se asegura que Skull and Bones, la sociedad secreta formada por la elite de la universidad de Yale, pagó por ella una buena suma.
En mayo de 1918, el senador Prescott Bush —padre del ex presidente de EE UU y abuelo de quien compite en estos mismos días por alcanzar el mismo honor— profanó junto con otros miembros de esta sociedad el sepulcro de Jerónimo, el legendario jefe rebelde de los apaches. A mediados de los 80, Ned Anderson, líder de la tribu de San Carlos, reunió documentos, fotografías y otras evidencias sobre esta profanación. Uno de los cómplices de Prescott Bush, Neil Malion, se encargó de "echar ácido sobre la cabeza de Jerónimo, quemando la cabellera y la carne" para que pudiera ser expuesta en sus rituales nocturnos. Esta unión se habría afianzado en el campo de los negocios. Prescott Bush fue quien catapultó a Neil Malion a la dirección de Dresser, donde tendría su primer empleo el ex presidente George Bush, que bautizó con el nombre de Neil a uno de sus hijos.

Ned Anderson consiguió una entrevista con un representante de la Orden, al que solicitó la devolución de los huesos de Jerónimo. Anderson afirma que obtuvo una respuesta afirmativa, aunque no formalmente, transformada en decepción al día siguiente, ya que el interlocutor de la Orden faltó a la cita concertada. El personaje que evadió el compromiso para ganar tiempo y esconder los restos de Jerónimo era Jonathan Bush, hermano del candidato.
Entre los alumnos de Yale, promoción tras promoción, corre desde el siglo pasado el rumor de que la forma más rápida y segura de acceder a una carrera de brillante porvenir en los círculos del poder es pertenecer a este "club" privado, que recluta a sus miembros entre los alumnos y los docentes de Yale (y ahora también en Harvard). Una vez admitido, el nuevo adepto se compromete a no revelar ningún aspecto de sus actividades internas, incluyendo mantener en secreto su pertenencia y negar cualquier vínculo con ella.

El ocultismo de las elites

Fundada en 1832 por William H. Russeli, esta sociedad secreta —que algunos consideran que fue inicialmente la rama americana de la Orden de los Iluminados de Baviera, fundada en 1776 y cuyo emblema es El Gran Sello que encabeza estas líneas— surgió para promocionar a los hijos de las elites a puestos de relevancia política, económica y social, con la finalidad de consolidar su influencia en los círculos de poder. Su existencia está tan bien establecida como sus liturgias, aunque los expertos no se ponen de acuerdo sobre su naturaleza. Así, por ejemplo, Massimo Introvigne, director del Instituto de Nuevas Religiones y el más reputado experto en sectas, recoge la existencia de los rituales macabros y la profanación de la tumba de Jerónimo, pero se inclina por creer que sólo se trata de un "satanismo lúdico" de clase alta inspirado en la tradición tanatofílica de la masonería anglosajona. Se trata un fenómeno muy común entre los jóvenes estudiantes norteamericanos que, si bien integra ritos ocultistas, no presenta más riesgos que alguna gamberrada. Aunque reconoce la pertenencia a la misma de políticos destacados, como el ex presidente George Herbert Bush y su secretario de estado, George Shultz, cree que el carácter elitista de Skull and Bones ha facilitado que naciera en torno a ella una "literatura complotista" sin fundamento.
Sin embargo, no son estos los únicos nombres de "La Orden" asociados al poder. También se ha señalado la pertenencia a esta sociedad de otros altos cargos de la Administración Bush, como James Baker III, también secretario de Estado, y de C. Boyden Gray, implicado en el escándalo Irán-Contra y en las conexiones con esta fuerza irregular nicaragüense sublevada contra el gobierno sandinista en los 80.

Tampoco parece que estos estrechos vínculos con el poder sean una novedad. El fundador, William H. Russell, fue secretario de Guerra de la Administración Grant. William Taft, hijo de otro de los líderes pioneros de "La Orden", Alphonse Taft, fue el único presidente de EE UU que, además, ocupó el cargo de presidente de la Corte Suprema. George Bush Senior también fue el primer presidente que antes fue director de la poderosa CIA.
Todo apunta a que esta sociedad representa una facción de las familias patricias norteamericanas asociadas a la cúpula del poder, cuyo liderazgo se perpetúa hereditariamente. Entre sus miembros se encuentran la veintena de apellidos de mayor pedigrí en el campo de las finanzas y la industria del Este de EE UU, según la lista de miembros publicada por el historiador Anthony Sutton. Para sus críticos más radicales, tanto los honores públicos como la recompensa económica están garantizados, pero a cambio de una subordinación absoluta a "La Orden".
Al final de cada curso, un selecto grupo de 15 graduados es escogido para participar en la entrada iniciática al mundo de los poderes temporales, consistente en una lucha contra otro aspirante en una pileta llena de lodo y excrementos. Se asegura que, tras el match, desnudos y dentro de un ataúd deben confesar sus fantasías sexuales y otros sórdidos secretos íntimos. Cada neófito admitido recibe un hueso (humano, claro) con una inscripción que identifica su pertenencia a la "más poderosa de las sociedades secretas". Sólo las paredes de la "Tumba" (el edificio del campus de Yale donde se llevan a cabo las ceremonias) son testigos de esta oscura "comunión" en la cual Introvigne reconoce el signo ocultista de la liturgia; pero considera que se trata de ritos que simbolizan con estas imágenes de fango y estiércol la condición humana "profana" y que culminan con el "lavado", que representa la purificación por el agua y el nacimiento del neófito como hombre nuevo.
En 1856, la Orden de la Calavera y los Huesos fue registrada oficialmente como Sociedad Russell. Desde entonces se le conoce también como el Capítulo 322 de la sociedad secreta alemana "Die Illuminati". Domiciliada durante décadas en la sede neoyorquina de la banca Brown Brothers & Harriman, siempre parece haber estado interesada en la creación de un liderazgo oculto con capacidad para controlar los destinos del planeta. La familia Bush ostenta un privilegiado asiento en este cenáculo, desde hace tres generaciones. Los vínculos entre los Harriman y los Bush se forjaron en la graduación de 1917, cuando Edward Roland Harriman y Prescott Bush consiguieron la "condecoración" ósea que les acreditaba como serias promesas de los proyectos que "la Orden" tenía a escala mundial.

Las expectativas puestas en ellos no eran gratuitas, ya que fueron aupados por dos poderosos patriarcas: Percy Rockefeller, que llegó a la Orden en 1900, y E. R. Harriman, en 1913. El padre de este último, Averell Harriman, era un magnate del ferrocarril que se hizo con el control de la Union Pacific Railroad en 1898 gracias a un crédito del padre de Percy… y algunas otras maniobras non sanctas, descritas por el catedrático Ferdinand Lundberg en su libro “Americas’s sixty families” (Citadel Pres, New York, 1948).
Los abuelos de George Bush encajaron en este restringido círculo. Por parte materna, George Herbert Walker, acaparó su propia parcela en los ferrocarriles del medio oeste y acabó asociándose con los Harriman. Por parte paterna, Samuel Bush representó fielmente las inversiones de la industria armamentísta cuyos beneficios se dispararon enormemente en la I Guerra Mundial.
En 1931, la Brown Brothers se unió a los Harriman para darle a la Orden el argumento de una nueva aventura, que la humanidad no deberá olvidar nunca. Los Harriman y Prescott Bush fueron los banqueros y socios comerciales de Adolf Hitler… y algo más, como se verá. Muchos detalles de esta historia suprimida pueden ser consultados en “La biografía no autorizada de George Bush”, escrita por Webster G. Tarpley y Anton Chaitkin, hijo de Jacob Chaitkin, que interpuso una querella por estafa en la Hamburg Amerika Line, contra los Harriman y P. Bush. De acuerdo con sus denuncias, el otro gran Beneficiado de la operación fue Hitler.
He aquí el prontuario de esta biografía siniestra: La Union Banking Corp., fundada por el abuelo del ex-presidente de EE UU, y la Brown Brothers-Harriman, financiaron la maquinaria militar de los nazis a través del Cártel Alemán del Acero. En 1938, Prescott Bush, en calidad de socio ejecutivo de la BBH, también fue responsable del préstamo concedido al Tercer Reich para importar combustibles suministrados por la Standard Oil, que abastecerían las necesidades de la aviación militar alemana.
La Hamburg Amerika Line, naviera creada por el abuelo de George Bush con el respaldo de los Harriman, no sólo apoyó a las SS, sino que operó como tapadera propagandística de los nazis. En 1932, Averell Harriman se encargó personalmente de procurar a los ideólogos nazis pasajes a bordo de un buque de la Hamburg Amerika Line para que asistieran a un congreso sobre "higiene racial". Se asegura que una de las prioridades de "La Orden" en nuestro siglo ha sido la de evitar la explosión demográfica de los grupos étnicos considerados inferiores y la promoción de políticas eugenésicas, como la esterilización en masa.
No hay que olvidar que las leyes nazis de esterilización masiva se inspiraron en las racistas leyes norteamericanas, mantenidas hasta la década de los sesenta del siglo XX.

Este complejo financiero habría puesto en marcha un vasto dispositivo logístico para facilitar el tráfico de armas y explosivos, remitidos en gran parte a través de la naviera a la química I G. Farben nazi y su satélite Degesch, fabricante de pesticidas (empresas fundadas también por Prescott Bush y Harriman, que después fabricarían en gran escala el gas Ziklon B, usado para el exterminio en los campos de concentración); mientras, en Cuba, el principal negocio de la I G. Farben —según asegura Hans G. Behr en “La droga, potencia mundial”— sería vender heroína a la Cosa Nostra americana.
Según sus acusadores, esta es la fuente que nutrió la trayectoria de George H.W. Bush corno hombre de negocios y espía, avalado por el entonces poderoso director de la CIA Allen Dulles, empresario de la United Fruit y político. Como dueño de Zapata Oil, George Bush heredó, además, la conexión nazi de su padre (también heredaría sus ideas racistas y excluyentes, aunque piadosamente cristianas).
En su libro "La Operación Paperclip", Ray Renick cuenta que, acabada la Segunda Guerra Mundial, la organización Gehlen —criminales nazis supuestamente reclutados por los Rockefeller y la Orden de Malta, a la que pertenece el hermano mayor de George Bush— ubicó su cuartel general en California, apoyados por la organización clandestina Stay Behind, la más secreta de las sociedades secretas de la ultraderecha europea y americana.
Desde sus inicios, la CIA integró a los nazis en un gigantesco aparato de terror estatal a lo largo de toda Sudamérica. Su estrategia es, de acuerdo con Mike Ruppert, ex detective de la sección de narcóticos de la policía de Los Ángeles, el tráfico de drogas a gran escala, con la colaboración de Cosa Nostra, y el blanqueo de dinero en bancos de las Bahamas y otros paraísos fiscales. La Operación Paperclip se dividió y dio lugar a la Operación Amadeus, por la que muchos oficiales nazis fueron trasladados desde Alemania a Sudamérica para ayudar a neutralizar “comunistas”, esto es: disidentes del sistema o luchadores por reivindicaciones sociales.
Albert Carone, uno de los "correos" más activos de esta red, era coronel de la inteligencia militar. Su agenda parecía un directorio de la CIA y la Mafia, según Ruppert que asegura haberla revisado minuciosamente. Tras expresar cierto descontento por sus sucias labores, Carone murió por "toxicidad química de etiología desconocida". Su hija afirma tener pruebas contra el "cerebro" de la Operación Amadeus, igualmente examinadas por Ruppert. Según estos documentos, "Amadeus" no es otro que George Walker Bush. Así lo denunció Ruppert ante una comisión de Inteligencia del Senado norteamericano, el que echó tierra al asunto, que también ellos cuidan a los cerdos de su propia porqueriza.

Pecados de familia

Entre los patrocinadores de la carrera de Bush, se destaca Walter Mischer, banquero, promotor y uno de los mayores terratenientes de Texas. En "La CIA, la Mafia y George Bush", Pete Brewton denunció las supuestas conexiones de Mischer con la Mafia. Muchos aseguran haber sufrido persecución por conocer los secretos de la familia Bush. Baste citar aquí el trágico caso de Darlene Novinger, una ex-agente del FBI que investigaba grandes flujos de narcotráfico entre Canadá y Florida y denunció haber comprobado la relación de los narcotraficantes de la Falange Libanesa (cristianos maronitas pro israelíes) con George Bush, en el mismo periodo en el cual éste desempeñaba el cargo de jefe de la lucha contra el narcotráfico en el sur de Florida. Los superiores de Darlene le prohibieron seguir con su trabajo y la presionaron para firmar mentís de sus propios hallazgos que, según ella, puede incluso documentar con imágenes. En 1987, las primeras amenazas se cumplieron. El cadáver de su marido apareció en el río Susquehanna dos meses después de ser asesinado. El 8 de julio de 1993 recibió otro aviso funerario, hecho realidad cuatro horas más tarde: su padre murió envenenado. Poco después de enterrarlo, halló junto a la lápida un canario muerto, el mismo mensaje que alguien dejó en el buzón a Bradley Ayres, su compañero de investigación en el FBI. El 24 de julio de 1996, Darlene denunció estos hechos en la Kiev AM Radio, en Glendale, Califomia, antes de ser llamada a silencio definitivo.

El candidato de "la Orden".

En 1977, George W. Bush Junior, erigió su primera compañía, Arbusto Energy, con la ayuda económica de la Orden y algunos inversores de la familia saudí Ben Laden, especialmente de Salem Ben Laden, hermano mayor de la familia. La asistencia de su tío Jonathan Bush fue muy útil para acumular el capital, aportado por una veintena de inversores, con William Draper III al frente. En la Biografía no autorizada de Tarpley y Chaitkin, Draper aparece como gestor de la "cuenta Thyssen", de la que los Harriman y los Bush se habrían servido para financiar al partido nazi.
George Bush hijo entró en la Orden en 1968. Los promotores políticos de su padre le confiaron la tarea de representar estos sombríos intereses. "En el nombre del padre", George Bush jr. invirtió en Harken, una prolongación de la íntima relación entre "petrodólares" y "narcodólares" expuesta en el Informe Kiwi. Según dijo el ex agente de la CIA Ronald Rewald a Rodney Stich, George Bush tenía una cuenta con narcodólares bajo un nombre falso: Irwin Peach. En esta guerra, el petrolero George Bush, dueño de Zapata Oil, habría actuado contra su antiguo amigo Saddan Husein, a quien probablemente no permitió derrocar, con el objetivo deliberado de producir una crisis mundial con elevadas ganancias para las grandes multinacionales.
Según las denuncias recogidas por los autores reseñados anteriormente, los Bush son herederos de un oscuro linaje. En el inicio del nuevo milenio, "la Orden" habría elegido a George Bush junior para encumbrar sus designios, perpetuar el pillaje y, probablemente, aumentar la colección de huesos de líderes disidentes en la pintoresca tanatoteca de "la Orden". Tal vez su tarea consista en poner la piedra fundamental del futuro IV Reich, pues pese a sus escasas dotes intelectuales, tiene excelentes cerebros a sus órdenes.
Posiblemente tras su reemplazo en la Casa Blanca, George Bush será recordado más por sus gazapos y metidas de pata que por sus guerras genocidas y sus víctimas, pero los pensadores lúcidos de esta época lo guardarán cuidadosamente para que sus súbditos actuales y sus exégetas puedan contemplarse en un espejo digno de ellos. Y también quizá por las futuras víctimas de un inevitable Crack económico, al que este impresentable está conduciendo su país.

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